De nuestro deseo de omnipotencia
17 Jan 23
Vemos nuestros problemas como exteriores.
Solemos salir de nosotros para ir a resolverlos.
Es menos doloroso y más inmediato atender el problema afuera, que de pensar que se halla adentro nuestro y que ahí es donde lo tendríamos que resolver 😏
Culpar al otro cuando estás molesto
Por ejemplo estás molesto.
No te gusta esta sensación interior tuya, buscas proyectar este malestar sobre la conducta de otra persona. Y ahí sales con un reproche que el otro queda confundido… y con razón, porque estás expresando un malestar tuyo culpando equívocamente el otro…
Me explico:
Imagínate, hoy estoy molesta porque estoy invirtiendo dinero para que mi hija pueda hacer deporte, e ir a un psicólogo, el objetivo estando que se vaya sintiendo mejor.
Pero lo que veo es que no le está poniendo la motivación que yo espero, se salta muchas sesiones de deporte, me gustaría que fuera más seguido con más ganas, se olvida de agendar sus citas con el psicólogo, ya cada dos por tres se olvida ir…
Me enfado y la culpo, claro! Es tanto más fácil proyectar mi frustración: mi hija tiene la culpa de no respetar lo que YO lo estoy ofreciendo (maldita 😡)
Pero en realidad no es así… el verdadero problema es mi frustración.
Esta frustración ante una expectativa que había proyectado sobre ella, y que me carcome por no poder actuar en lugar de mi hija (o sea que me está aclarando que NO SOY TODOPODEROSA.
¡Total!, este deseo de omnipotencia que no puedo satisfacer…
Si no me fijo, me enfado con ella, en vez de conmigo!
Es útil practicar esta toma de consciencia cada vez que te alteras.
Pregúntate: realmente tiene el otro la culpa de mi enfado?
Hablar de ti: argumentos irrefutables
De la misma forma sacarás de ahí la mejor forma de parar una discusión con una sola palabra: si tú expresas lo que tú sientes, es irrefutable: nadie te puede decir que no sientes frío o que no sientes enojo o frustración. Lo sientes. Y punto.
Nos enrollamos en discusiones muchas veces porque estamos tratando de arreglar el problema afuera de nosotros mismos: “me siento así entonces voy a tratar de arreglar el problema en ti “.
Parece bastante lógico, y funciona cuando se trata de cosas en cuales realmente tenemos el poder de cambiar las cosas. Pero como decía Rousseau: «La libertad de uno termina donde la del otro empieza», y no hay forma de (ni justificación que valga por) obligar al otro a alterar su comportamiento.
Lo hará si así lo quiere.
Lo hará si es de alguna interés para él.
Y uno de los intereses que puede tener, es tu bienestar, es decir, dejar que te sientas frustrado o castrado, si esto no conlleva demás frustración o castración para él. Obviamente eso supone que estás con alguien que es capaz de sentir empatía (no aplica narcisistas jeje).
Así que cada vez que te sientes frustrado y castrado por alguien, y antes de saltarle al cuello, pregúntate primero si tú no eres el responsable de las condiciones que provocan este sentimiento en ti…
Tal vez es una buena oportunidad para aprender algo sobre ti mismo!
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